Krisma Meza

Krisma Meza

Gaur goizean, gure gotzain Fernando buru dela, Donostiako Elizbarrutiak Krisma Meza ospatu du Artzain Onaren katedralean; Krisma, zenbait sakramentutan erabiltzen den olio eta baltsamo nahasketa da.

Ospakizunean zehar, gotzainari erakusteko asmoz, laikoek eta apaizgaiek, anforak eraman dituzte aldarera; Fernandok bedeinkatu egin ditu Olio Santuzko anforak, eta Krisma Santua kontsakratu du.

Krisma Mezan olio ezberdinak erakutsi dira. Gaixoen olioa, gaixotasunen bat dutenei, lasaitasuna eta kontsolamendua emango diena. Kristaugaien olioa; Bataioaren sakramentua jasoko dutenek jasoko dute babes zeinu bezala. Eta Krisma Santurako olioa, Sendotzerako, Apaizen Antolamendurako, eta Eliza eta Aldareetarako erabiliko dena.

On Fernando Prado gotzainaren homilia

Krisma Meza. Homilia.

Artzain Ona katedrala (Donostia).

Apirilak 16

Apaiz maiteok eta hona hurbildu zarete eliztar anai-arreba maiteok:

Gaurko elizkizun hau oso esanguratsua da guziontzat baina, bereziki guretzat, apaizak garenontzat. Celebramos hoy una Eucaristía solemne y especial en la que se expresa de forma singular la unión del presbiterio con su Obispo y la unión del Obispo con su presbiterio en nuestra diócesis. Es una fiesta en la que celebramos los vínculos sacramentales que nos unen, agradeciendo el don del sacerdocio y renovando nuestro ministerio y compromiso al servicio del pueblo de Dios que camina en Gipuzkoa. Gaur, olio sakratuak bedeinkatuko ditugu eta Krisma Kontsakratuko dugu.

Con estos elementos celebraremos este año los sacramentos y ungiremos al pueblo santo de Dios. En esta celebración, los sacerdotes renovamos también nuestras promesas de fidelidad a los compromisos de amor contraídos en la ordenación que un día recibimos. Krisma Meza honek alde ezberdinak ditu. Son aspectos diferentes del rico contenido de esta Misa Crismal. No dejemos de traer a la memoria a nuestros hermanos sacerdotes fallecidos este año y traigamos al altar a nuestros hermanos más mayores, especialmente a los que están enfermos. Gogoan ditugu ere, etortzerik izan ez dutenak. Algunos de nuestros hermanos laicos y algunas personas consagradas nos acompañan también en esta celebración y se gozan de vernos hoy aquí, juntos, en el altar. Agradezco esta presencia que, como pueblo de Dios, hoy nos arropa y acompaña nuestro ministerio. Juntos estamos comprometidos en una única misión como Iglesia. Mila esker, benetan, hemen, elkarrekin fedea ospatuz egoteagatik.

En la liturgia, antes de la oración de consagración del sagrado Crisma pediremos a Dios Padre “que se digne bendecir y santificar el ungüento para que aquellos cuerpos que van a ser ungidos con él sientan interiormente la unción de la bondad divina…”. Fijaos qué bella expresión: ¡Somos enviados a llevar a nuestro pueblo la unción de la bondad divina! Sin duda, un envío que nos supera. Parece una osadía, pensar que a través de nuestra pobreza podamos llevar a los demás esta bondad Divina. Pero así es. Servimos la unción del Señor en los sacramentos, desde nuestra debilidad, pero con la confianza de haber recibido nuestro ministerio del Señor. Al celebrar los sacramentos, representamos ante nuestro pueblo la imagen sacramental de Cristo Pastor y nos hacemos “reflejo de su bondad”. Recordemos el viejo adaggio latino: Lex orandi, lex credendi. Aquello que oramos en la liturgia

es lo que creemos. Tomar nueva conciencia de esto, verdaderamente, nos refuerza en el compromiso por mantener nuestro propio tono vital y espiritual. Quiero descubrir en este inicio de la oración de consagración del Crisma, una gracia especial que Dios nos quiere indicar, una llamada a esa nueva toma de conciencia de nuestro propio ministerio, una llamada a nuestra propia santidad. “Que a través de nosotros y de nuestro ministerio, los demás sientan interiormente la unción de la bondad divina”. Una bondad que se vehicula a los demás en gestos de amor concretos. Keinu txikiak, agian. Gestos que pasan por el servicio desinteresado, por el estar cerca de quien lo necesita, por saber “perder el tiempo” escuchando, por saber acompañar y decir una palabra con ternura, cariño, confianza. Keinu txikiak, agian, baina benetan beharrezkoak. Son los gestos que a tantos sirven para acercarse a Dios y a “sentir interiormente esa unción de la bondad divina”.

En este año Jubilar puede resonar también de forma especial la lectura que hemos proclamado. San Lucas nos recuerda que Jesús, a quien nosotros representamos sacramentalmente, fue ungido para “proclamar el año de gracia del Señor”, para proclamar un Año Santo, un año de Júbilo, para proclamar la misericordia del Señor, la alegría del perdón y la reconciliación y, sobre todo, para proclamar la Esperanza que se ofrece en ese año de Gracia.

Más allá de toda circunstancia, nuestra misión como ministros ordenados y sacerdotes tiene también dentro del pueblo de Dios esa dimensión de predicación y proclamación al Pueblo: Queremos proclamarle su misericordia; proclamar que no todo está perdido, que Dios está siempre con nosotros. Un día fuimos ungidos y comisionados para proclamar la Palabra. Somos servidores de esa Palabra que anuncia al Pueblo, en nombre del Señor, que la gracia sigue brotando, que “la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado”. Esta es la unción del Espíritu que nos hace proclamar que Jesús es nuestra esperanza, que solo en él está nuestra esperanza (cf. 1Tim 1,1).

Es la unción recibida que estamos llamados a avivar en nuestro pueblo al que servimos. Abrimos hoy estas ánforas llenas del aceite que vamos a bendecir. Dejemos que su perfume nos traiga la unción del Señor. Que su perfume impregne nuestra vida. Que al llevar los óleos a nuestras parroquias, llevemos también el alma renovada, la fe más encendida, la esperanza más firme, la alegría de sabernos unidos, juntos, para ungir a nuestro pueblo.

Permitidme que aproveche también este día de profunda unión con vosotros para agradecer vuestra vida y para pediros también que sigáis teniendo paciencia con vuestro obispo. Yo también llevo este tesoro de la unción y el tesoro de la fe en vasijas de barro. Disculpadme si os habéis sentido desatendidos o en algún momento no habéis sentido mi solicitud. No dejéis de acercaros a mí incluso antes de que yo me acerque. Yo también necesito vuestra cercanía, vuestra amistad y vuestro cariño. Es difícil combinar acertadamente esto de ser Padre, hermano y amigo a lo que la Iglesia me llama para con vosotros. Con todo, como os he dicho en otras ocasiones, me siento sinceramente orgulloso de vosotros, no solo por lo que hacéis, (¡que es tanto!), sino por lo que sois como sacerdotes, más allá de las debilidades: hombres de Dios apasionados por el Evangelio y por servir al pueblo que se nos ha encomendado. Harro sentitzen naiz zuetaz, benetan, eta honetan aurkitzen dut nire poz handiena gotzaina bezala. Eskerrik asko, bihotz-bihotzetik!

Renovamos hoy nuestras promesas sacerdotales, y pedimos la gracia de la fidelidad al don recibido. Pedimos hoy al Señor permanecer en ese amor que se nos ha regalado. Ese amor que vivimos en cercanía con el Señor en la oración y nos llena de consuelo y gozo en nuestra vida. La cercanía al Señor nos abre las puertas de la alegría y la esperanza más allá de las fatigas y cansancios que las tareas y las dificultades nos presentan cada día.

Apaiz maiteok: jarraian, ni eta gure beste eliztar anai-arreben aurrean berriztatuko dituzue apaiz konpromezuak. Maitasunez eta batez ere esker onez entzungo ditugu berriz zuen desio hoberenak. Lagun izango nauzue konpromezu eta desio horiek betetzen. Lagun iezadazue zuek ere, niri, nireak ere betetzen, eta bihotzez, mila esker zuen testigantza humilagatik. Gracias por tanta ayuda y servicio entre nuestras gentes, por vuestro amor de pastores y por vuestro empeño tantas veces poco reconocido o incluso no pocas veces con el viento contrario. No dejemos de remar juntos. Beren-beregi eskertzen dizuet gaur eta beste hainbeste momentuetan elizbarrutiaren aurrean ematen duzuen eliz komunioaren testigantzagatik.

Eskerrik asko, benetan. Jarraitu aurrera, Jainkoa lagun, zareten hoberena Jainkoaren herriari eskeintzen eta beraren alde otoitz egiten. Orad también por este obispo que tanto os quiere y tanto os necesita. Y a todos vosotros, hermanos y hermanas religiosas y laicos y laicas que acompañáis esta celebración, os pido que recéis agradecidos por nuestros sacerdotes, por los que aquí están, por los que están atendiendo otros menesteres y, sobre todo, que no nos falte una oración constante por los que Dios nos quiera dar en un próximo futuro.

Que así sea.

  • Deskargatu homilia.
  • Fotos en Flickr disponibles el 17/04/2025.