Funeral del Papa Francisco en la catedral del Buen Pastor: “Que su memoria nos inspire siempre”
La Iglesia diocesana se ha congregado esta tarde, a las 19:00 h, en la catedral del Buen Pastor para ofrecer el último adiós al Papa Francisco. El templo se llenó por completo; fieles de todas las parroquias, junto con numerosas autoridades civiles y representantes de la vida consagrada, quisieron testimoniar su gratitud y afecto por el pontífice argentino.
Bajo el altar, un cuadro con la imagen serena del Santo Padre recordaba a los presentes los doce intensos años de su ministerio petrino, marcado por la cercanía a los pobres y la llamada a la fraternidad universal. La ceremonia estuvo presidida por el obispo de San Sebastián, D. Fernando Prado, concelebrando el vicario general D. Mikel Aranguren, el jesuita y delegado diocesano para la Vida Consagrada D. Ignacio Echarte y un nutrido grupo de sacerdotes.
El ambiente solemne se vio acompañado por la música emotiva del coro Mariaren Bihotza Abesbatza que interpretó piezas que subrayaban el sentido de comunión y esperanza cristiana.
La Diócesis de San Sebastián invita a todos los fieles a continuar orando por el alma de Francisco y a mantener vivo su testimonio de alegría evangélica y servicio humilde.
Homilía del obispo D. Fernando Prado
Funeral Papa Francisco
Catedral Buen Pastor-San Sebastián
28 de abril de 2025 (19.00h.)
Anai-arreba maiteok. Arratsalde on eta ongi etorriak. Eskerrik asko hileta elizkizun honetan gure Katedralera gerturatzeagatik. Benetan eskertzen dizuet zuen presentzia arratsalde honetan. Agradezco especialmente la cercanía de numerosas autoridades que, con su presencia, expresáis el afecto y la estima hacia este Papa que nos ha dejado y, por lo mismo, la cercanía sincera que manifestáis a la comunidad cristiana de Gipuzkoa. Guk ere estimatzen zaituztegu, benetan. Batez ere, eskertzen dizuegu guztion onerako egiten duzuen lana eta jartzen duzuen ilusioa.
Las manifestaciones de afecto que hemos visto estos días han sido impresionantes. Hunkigarriak izan dira, benetan. Sin duda, el Papa Francisco ha causado un gran impacto en la humanidad y en la Iglesia. Francisco, con su cercanía y su humanidad se ha ganado el respeto y la valoración de muchos, creyentes y no creyentes, poniendo en evidencia que seguir a Jesucristo no nos aleja nunca de los demás, sino, más bien lo contrario: nos acerca a la condición humana que Él mismo asumió, construyendo puentes y derribando muros. Horixe da Pedroren zeregina, zubiak eraikitzea, ez hormak. En Francisco vemos el testimonio y el ejemplo preclaro de un cristiano verdaderamente misionero, en salida, que es capaz de dialogar y de estimular lo mejor de todos en la sociedad.
Hemen gaudenok jakin badakigu Frantzisko Aita Santuak birtute asko eta handiak zituela. Ez zitzaizkion falta gaitasun intelektualak ezta giza bertuteak. Gaur, agur egitean, maitasunez gogoratzen ditugu bere izaera eta jokaera. Batez ere, gogoratzen dugu nola fedea eta itxaropena nagusi izan ziren bere bizitzan. Benetan eredugarria izan da Frantzisko. Benetan artzain ona, ardi usaineko artzaina.
Convocados por la fe en el Señor Jesús nos hemos reunido para celebrar esta Eucaristía con la intención especial de dar gracias a Dios por la vida de nuestro fallecido papa Francisco y para orar por su eterno descanso. Hemen gaude, beraz, beraren alde otoitz egiteko eta Jainkoari eskerrak emateko. Es nuestra bella manera de despedir al hermano en la comunidad cristiana. La fe, que no nos ahorra la pena y el dolor por el hermano querido, ilumina estos especiales momentos y nos llena de esa esperanza que nos lleva a confiar en que la vida de Francisco, como la de los demás difuntos, está llamada a vivir para siempre en una felicidad plena junto a Dios.
La palabra de Dios ilumina este momento con la Esperanza. Eta horrela entzun dugu San Pauloren ahotik: «Gu, zeruko hiritar gara eta handik itxaro dugu Salbatzailea, Jesu Kristo Jauna». El evangelio que hemos escuchado nos invita a valorar la entrega y el ministerio de nuestro Papa Francisco: “Pedro, ¿me amas más que estos?”. Claro, Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Por eso el Señor le confía la gran misión: “Apacienta mis ovejas”. Sin duda, en Francisco hemos podido ver a Pedro, que respondía con su vida a la voz de Cristo desde el primer día de su ministerio, el 19 de marzo, festividad de San José, hasta su último día, el pasado Domingo de Pascua.
Con motivo del fallecimiento de su grandísimo y cercano amigo el Cardenal Hummes, escribí a Francisco para darle el pésame. En su carta de respuesta me decía, os leo textualmente: «La muerte de Hummes marca un camino: así se muere, trabajando y luchando». Así lo hemos visto en él, sin descanso: trabajando y luchando. Esta será la tarea constante de Pedro y de sus sucesores: un servicio de amor, de entrega y de expropiación personal hasta el final. Siguiendo las huellas de Jesús, el Buen Pastor, Francisco se ha entregado sin reservas a la misión y a su ministerio, siempre cercano a la gente, ofreciendo un magisterio lleno de gestos y palabras, siempre con la sal y la levadura de la alegría.
Considero que es momento de dar gracias por lo que este hombre de Dios nos ha dicho y también por los gestos de los que hemos sido testigos. Estos han hablado más aún si cabe que sus ungidas palabras. Gestos y palabras nos han ayudado a caminar juntos hacia Dios y hacia los demás.
Más allá de tantos textos magisteriales emblemáticos, Palabras o expresiones como “Iglesia en Salida”, “periferias existenciales”, “hospital decampaña”, “cultura del descarte”, “sinodalidad”, “autoreferencialidad”, “custodiar”, ”casa común”, “misericordear”, “Discernimiento”, “santos de la puerta de al lado”, “primerear”… nos han removido de nuestra comodidad, espoleándonos a vivir más evangélicamente. A los curas y a los obispos nos ha hablado de lo importante que es huir del clericalismo en la manera de vivir el necesario ministerio, invitándonos a ser “pastores con olor a oveja” y, desde el comienzo de su ministerio, nos propuso el camino del servicio como antídoto contra toda tentación de usar mal la autoridad y el poder. Agintzeko boterea desiratzea Ebanjelioaren kontrakoena delako. Sí, recordémoslo siempre. En su primera homilía ya nos dijo Francisco que “el verdadero poder es el servicio”. Y esto vale de inspiración y norma para todos: hombres y mujeres, también para los servidores públicos. A los religiosos y religiosas nos pidió que fuéramos especialmente profetas. “Despertad al mundo”, nos dijo. Y a los laicos y laicas, los ha invitado una y otra vez a participar con toda responsabilidad y en comunión en la Iglesia, sin huir del compromiso fundamental con el mundo, sin “clericalismos laicos”, sin hacer dejación de ese discipulado misionero que busca ser sal y luz en medio del mundo. Así, entre todos, entre todas las formas de vida cristiana, carismas y distintas vocaciones, hemos de servir y construir la Iglesia, muriendo un poco cada uno a nosotros mismos para que brille el conjunto, facilitando que el Espíritu cree la armonía que construye y huyendo de toda división que es, más bien, obra del diablo que destruye. Ez diezaiogun inoiz alde horretatik denok ibiltzeari utzi. Amets egin dezagun elkarrekin beti.
Por otro lado, en estos años de pontificado, Francisco se convirtió a nivel internacional en el gran profeta de nuestro tiempo en favor de la dignidad humana, poniendo por delante a los no nacidos, a los emigrantes, a los presos, a los pobres sin techo ni hogar, a los ancianos y sufrientes que son entendidos en nuestra cultura y en nuestro ambiente como “material de descarte”. Su rechazo de la pena de muerte, y de la inútil guerra, con la consiguiente e interesada venta de armas que dificulta la paz, ha formado parte del programa que nos trazó el primer día de su ministerio cuando nos invitó en aquel día de San José a ser custodios como él, a cuidarnos, a custodiar al ser humano y a custodiar la casa común en la que vivimos. Y esto es algo que, aunque a muchos cae bien, a otros nos escuece, porque nos compromete.
En verdad, Francisco nos deja un legado en forma de desafíos. Nos ha invitado a frecuentar el futuro, a situarnos ante la vida de manera evangélicamente correcta.
Sin duda, el mejor legado que nos deja Francisco es el haber despertado muchos sueños en nuestros corazones dormidos. Pedimos hoy al Señor que su memoria nos inspire siempre y que nuestro afecto por él no sea una emoción pasajera. Acojamos su herencia y hagámosla vida.
Munduko hainbat lekutan hainbeste anaia-arrebekin bat eginik, otoitz egiten dugu gaur gure Aita Santua izan denaren alde, Jainkoak har dezan bere beso maitagarrietan. «Por favor, recen por mí», decía siempre…y con un tono un tanto travieso, que nacía sin duda de su profundo sentido del humor, añadía: «pero háganlo a favor, eh?». Pues eso. No perdamos el sentido del humor. Ez galdu inoiz umore ona. Es la mejor señal que acompaña a los que viven la alegría del Evangelio (Evangelii gaudium). Y como nos enseñó este hombre de Dios: pongamos la confianza siempre en el Señor, que es el dueño de toda la historia, dueño del tiempo y de la eternidad. Descanse en Paz, nuestro Papa Francisco.
Bere arima, eta hildako guztiena, Jainkoaren miserikordiagatik, bakean egon daitezela. Amen.