Un encuentro misionero que mira al futuro
El pasado sábado, 20 de septiembre, más de cincuenta personas —laicos comprometidos, sacerdotes, misioneros y voluntarios parroquiales llegados desde los seis arciprestazgos de la diócesis— se dieron cita en el Seminario para reflexionar, compartir y, sobre todo, construir juntos el camino de las misiones guipuzcoanas.
La jornada arrancó a las diez de la mañana con una oración que pronto dio paso a las palabras de Koldo Muro, delegado diocesano de Misiones. Koldo no solo desgranó el programa del día, sino que presentó las bases del trabajo común a través de la propuesta estratégica MISSIO 25-29. Un plan que busca, en sus propias palabras, ser “la expresión de la Iglesia de Gipuzkoa” en su labor por la evangelización, el apoyo a las iglesias locales y la promoción de la dignidad humana en los pueblos más desfavorecidos. Se dibujaba así un horizonte claro: fortalecer la vocación misionera de la diócesis, ampliar la presencia en las parroquias y cuidar el tesoro más grande de la delegación: su voluntariado.
El pulso de las parroquias: entre la pasión y los desafíos
Tras la presentación del marco estratégico, llegó el testimonio directo de quienes sostienen la animación misionera en el día a día. Voces de parroquias como Azpeitia, Beasain, Deba, Oñati o Azkoitia pusieron sobre la mesa una realidad de luces y sombras.
Por un lado, la luz de la entrega: se habló de “grupos muy comprometidos, con experiencia”, movidos por una gran “mucha implicación personal y pasión”. Son el motor que, con un trabajo a menudo silencioso, mantiene viva la llama misionera en sus comunidades. Pero también se compartieron, con honestidad y valentía, las sombras y dificultades. “Somos grupos cada vez más pequeños y envejecidos”, se escuchó en la sala. Surgieron preocupaciones comunes: la enorme dificultad para encontrar un relevo generacional, los problemas de comunicación que a veces surgen entre distintos grupos y los obstáculos, muy reales, para “hacer llegar la ayuda a los países de misión”.
La disparidad en el tamaño de los equipos es un claro ejemplo: mientras en Azkoitia un grupo fiel de cinco personas se reúne mensualmente, en Deba llegan a ser más de veinte. Una realidad diversa que sirvió para que todos los presentes se sintieran parte de un mismo cuerpo, con fortalezas y fragilidades compartidas.
Una cosecha de ideas para fortalecer la colaboración
Con este diagnóstico sobre la mesa, el encuentro pasó de la reflexión a la acción. Sobre las once y media, los asistentes se dividieron en grupos para abordar dos preguntas clave, directamente ligadas a los objetivos del nuevo plan estratégico:
- ¿Cómo incrementar la participación de la comunidad y ampliar la presencia en el ámbito parroquial?
- ¿Cómo fortalecer la colaboración entre los grupos, las parroquias y la propia delegación de MISSIO?
La dinámica, moderada por un miembro de MISSIO en cada grupo, fue un hervidero de ideas en la que se buscaron propuestas concretas y viables. Para aumentar la presencia y la participación, se subrayó la necesidad de “divulgar más y mejor el trabajo que se realiza”, de abrirse y “estar en contacto con ONGs y otros grupos misioneros”, y de superar los límites de la propia parroquia para “trabajar por zonas”, sumando fuerzas.
En cuanto a cómo fortalecer la colaboración interna, las conclusiones apuntaron a la urgencia de “buscar activamente voluntariado”, ofreciendo formación y acompañamiento. Se destacó también la importancia de cuidar y “trabajar la relación de los distintos agentes dentro de las parroquias”.
La jornada concluyó con una acción de gracias y un aperitivo, un momento de encuentro distendido que permitió seguir conversando y estrechando lazos.
La Diócesis de san Sebastián desea que este encuentro fuera para todos los participantes un punto de partida para que la vocación universal de la Iglesia en Gipuzkoa siga resonando con fuerza, aquí y en todos los rincones del mundo.