Eguberri eguna
Eguberriaren alaitasunak hartu du gaur Artzain Onaren katedrala, eta eguerdiko 12etan Eguberri eguneko Eukaristia ospatu da bertan. Fernando Prado gotzaina izan da ospakizunaren buru, Mariaren Bihotza katedraleko abesbatzaren ahotsek lagunduta, eta bere musikarekin egun handi honen gozamena goraipatu dute.
Homilía del obispo de San Sebastián, Mons. Fernando Prado Ayuso (Catedral del Buen Pastor)
25 de diciembre de 2025
Natividad del Señor.
Lagun maite guztiok. Eguberri on! Felicidades a todos. Un niño nos ha
nacido, un niño se nos ha dado.
Después de 2025 años, aunque año tras año celebremos la Navidad, no
terminamos de sorprendernos. Las luces de la ciudad, la invitación al
consumo que embota la memoria y nubla la verdad de lo que celebramos,
lo que celebramos en la navidad, como digo, no deja de sorprendernos: Dios
elige la fragilidad para revelarse y para hacerse presente en el mundo. El
Dios invisible se hace visible. Y se hace visible de esta manera. Esa es la
señal. Un niño envuelto en pañales. Es la sorprendente manera que ha
elegido Dios.
Al principio de su vida, la fragilidad de un niño envuelto en pañales y
recostado en un pesebre, rodeado de la ternura y el calor de sus padres. Al
final de sus días, la fragilidad de un cuerpo despojado de todo, envuelto en
un sudario y depositado en un sepulcro prestado.

El pesebre de Belén se convierte en profecía del calvario y del sepulcro.
En ambos lugares la madre está presente, con su amor, con su ternura,
contemplando. En los dos lugares un José: San José de Nazaret y José de
Arimatea. Ambos acogen y cuidan.
En Belén y también en el calvario la belleza de Dios se manifiesta en su
fragilidad, en lo vulnerable, esperando el sencillo sí de nuestra libertad. Este
es el camino que elige Dios para hacerse presente en el mundo: la ternura
y el amor.

Dios, sorprendentemente, ha querido manifestársenos así para facilitarnos
el camino para encontrarlo.
Cuando nazca, atraeré a todos hacia mí; cuando sea elevado en la cruz,
atraeré a todos hacia mí. Este es el camino que, sorprendentemente, hace
más fácil creer en Dios: no el poder que se impone, sino la belleza que nos
desarma, enternece nuestro corazón quizá endurecido y convierte nuestra
vida hacia él. Un niño que se pone, sin defensa alguna, en nuestras manos.
Dios no viene desde fuera como alguien que va a solucionar nuestros
problemas como por arte de magia. Dios se manifiesta así para que
nosotros, seducidos por ese amor, seamos capaces de acogerlo y comenzar
una historia nueva en nosotros, una historia nueva que comienza con cada
uno de nosotros si lo recibimos.
Esta belleza seductora de un niño que nace es la que nos cambia, es la que
cambia el mundo. La Navidad viene para ofrecernos un camino, una luz. Un
camino que todos y cada uno hemos de recorrer. Y ese camino que se nos
invita a recorrer a cada uno es el camino del amor. El nacimiento de Cristo
cambia el mundo porque es capaz de cambiar tu corazón. Y así se renueva
en el mundo la luz y la fuerza de la navidad; cuando este amor seduce tu
vida para siempre y la pone como en una nueva onda. Una onda que se
convierte siempre en misionera, en capaz de mover a otros en la misma
dirección. Dios nace cada día si la fuerza de este amor es capaz de mover
una vez más tu vida.
Así que querida hermana, querido hermano, esto es lo que hoy os deseo a
todos y a todas: que esta belleza frágil pero a la vez luminosa y poderosa se
apodere de y habite en tu casa. Que la belleza de Belén y del Calvario
sostengan tu fe y tu esperanza.

¡Feliz, feliz Navidad! Benetan, eguberri on! Zorionak. Llevaos hoy toda la
bendición de Dios a vuestras familias y a vuestras casas, hacédselas llegar a
todos, especialmente a los que entre vosotros quizá más lo necesiten; y que
la fuerza del amor transforme nuestros ambientes más cercanos y así
contagiemos el mundo, siquiera un poco más, con esa luz que es capaz de
hacer nacer lo mejor en el corazón de todos y que hará nuevas todas las
cosas. Este es el milagro de la Navidad: que Dios, siendo grande se hace
pequeño, siendo fuerte se hace débil y siendo Dios se hace hombre,
seduciéndonos y manifestándosenos en esa fragilidad que enamora.
Zorionak eta bene-benetan Eguberri on guztioi!
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