Blog

Multitudinario Vía Crucis a Arantzazu

Multitudinario Vía Crucis a Arantzazu

Esta mañana, víspera del Domingo de Ramos, se ha celebrado un multitudinario Vía Crucis a Arantzazu, organizado por la Diócesis de San Sebastián.

Los diocesanos que han participado en el Vía Crucis, que este año llevaba por lema “Peregrinos de Esperanza”, han acudido tanto en vehículos particulares como en 13 autobuses procedentes de toda Gipuzkoa.

El Vía Crucis a pie ha comenzado a las 09:15 horas camino a Arantzazu y ha estado presidido por el obispo D. Fernando Prado.

En el Santuario, el Obispo se ha dirigido a las personas que han acudido al Vía Crucis con las siguientes palabras:

ITXAROPENEAN ERROMES” GURUTZE BIDEA (ARANTZAZU, 2025eko apirilak 12)

Fernando Prado Ayuso (gotzaina)

Queridos todos y todas. Eliztar maiteok. Bai polita izan dela aurten berriro igotzea Ama Maria Arantzazuko amaren etxera. Eskerrik asko, benetan, hemen egoteagatik. Eskerrik asko, bereziki, Frantziskotarren anaidiari, beren betiko abegi apala eta goxoa eskaintzeagatik. Mila Esker, On Unai Manterola, Gurutze bide zoragarri hau beste behin hain ondo prestatzeagatik.

Verdaderamente, este Vía Crucis que hemos recorrido en actitud orante ha sido un momento de genuina y sentida oración. Benetan hunkigarria da elkarrekin denok batera eta batuta sentitzea Amaren babesean. Amaren etxean, beti ongi sentitzen gara. Horixe da beti Arantzazun sentitzen dugun esperientzia. Guiados por la palabra de Dios, por los sencillos cantos y unas breves meditaciones del Papa Francisco, nos hemos acercado un año más al Misterio de amor que se nos ha manifestado en la Cruz de Cristo. Este es, sin duda, para nosotros un momento de gracia que hemos de acoger como un regalo que año tras año nos hace el Señor y que nos prepara para la Pascua. Hemos acompañado a Jesús en su camino hacia la cruz. Hemos contemplado su entrega por amor, su fidelidad hasta el final, su silenciosa obediencia a la voluntad del Padre. Y, al mismo tiempo, hemos traído hasta aquí nuestras propias cruces: las de cada día, las de nuestra vida personal, las de nuestras familias, las de nuestra Iglesia diocesana, las del mundo entero.

Gurutze Bidearen erdian Kristoren gurutzea dugu maisu. Gurutze horretan Kristok berak hitz egiten digu. Berarengan dago Jainkoaren jakinduria. La Cruz nos enseña que el verdadero camino de la gloria, al contrario de lo que pudiera esperarse, está, precisamente, en el abajamiento y en la humildad, en comprender que para dar fruto es necesario que el grano de trigo muera en el surco del mundo.

Esta peregrinación sirve como parte de ese ganar el Jubileo que este año nos propone la Iglesia. Jubileo significa alegría, la alegría del perdón, la alegría de la reconciliación, la alegría de vernos renovados por el amor de Dios que se nos ha dado en Cristo, nuestra Esperanza. Sigamos viviendo el tono Jubilar de renovación, de reconciliación con nosotros mismos, con Dios y con los demás. Es para nosotros un año especial. Un año para renovar nuestra vida personal y la vida de nuestras comunidades.

Este año, nuestro Vía Crucis se inscribe en el contexto del Año Jubilar que el Papa Francisco ha convocado con el lema: “Peregrinos de la Esperanza”. Un lema que nos invita a levantar la mirada. A pesar de nuestros pecados, no somos un pueblo derrotado; somos un pueblo en camino. No caminamos solos; somos peregrinos, alentados por la esperanza que no defrauda, nos sabemos en camino con el Señor de la vida. La cruz de Cristo, que hemos contemplado paso a paso, no es la última palabra. Su cruz abre para nosotros las puertas de la vida, de la renovación, de la Pascua. Así lo vamos a celebrar esta próxima Semana Santa, al recordar la pasión, la muerte y la Resurrección del Señor.

Somos bien conscientes, de nuestros pecados, debilidades, y pobrezas. No podemos ni queremos ignorarlas. Nuestra Iglesia diocesana atraviesa tiempos de transformación y de prueba. La fe se debilita en muchos corazones; las comunidades a veces se ven menguadas; el cansancio puede hacer mella en nuestros esfuerzos pastorales. Pero no estamos llamados al desaliento ni al pesimismo. La fe es fuerte también en muchos corazones, como los nuestros, y es capaz de transmitir mucha esperanza y mucha vida a otros, en especial a quienes más lo necesitan. Como os escribí en la carta “En Él nuestra Esperanza”, este es tiempo de renovación pastoral y misionera. Es tiempo de conversión, de retomar con seriedad nuestra vida cristiana, de fiarnos más profundamente de Jesucristo, de fortalecer nuestra espiritualidad personal y comunitaria, de fortalecer nuestra pertenencia y la comunión entre todos los que caminamos juntos.

“Tomar la cruz” es vivir el dolor de nuestras vidas y de nuestras frustraciones humanas con la confianza absoluta puesta en un Dios que, incluso en los momentos más oscuros, está de nuestra parte. Así nos lo ha prometido. Tomar la cruz es también sentir el esfuerzo por crecer y por renovarnos, por dejar atrás todo egoísmo y caminar hacia una vida más plena, más entregada a Dios en los hermanos. Finalmente, “Tomar la cruz” es también cargar con el sufrimiento que nos viene de la fidelidad al Evangelio: la incomprensión, el rechazo tal vez. Cada uno de estos sufrimientos, vividos desde Cristo, se convierten en caminos de vida y esperanza. Sí, aunque no dejemos de sentir los zarpazos del dolor en tantos momentos de nuestra vida, la fe nos ayuda a vivir las cosas de otra manera.

A veces, el dolor y la cruz nublan la promesa y matan nuestra esperanza. Yo estoy con vosotros, todos los días hasta el fin del mundo, nos ha dicho Jesús. Izan Bihotz! Beti nago zuekin. Beti egongo naiz. Munduaren azkena arte. No dejemos que las cruces del camino borren de nuestra memoria la promesa. Mantén siempre la Esperanza. Porque la Esperanza no defrauda (Rm 5, 5).

Somos gente de Pascua. La cuaresma hay que vivirla, pero ha de quedar atrás, lo mismo que la muerte da paso a la Resurrección. No perdamos nunca esa perspectiva. Guzti honen gainean, beraz, beti dago Esperantza, Itxaropena. Gurutzea ez da gure helmuga. Hilobia ez da gure etxea, Bizitza baizik. Porque el Señor resucitó, tal y como esta última estación nos ha anticipado, todos podemos esperar y todos podemos mirar al futuro con Esperanza. Seamos, de verdad, peregrinos de la Esperanza y que nada nos paralice. Que nuestras debilidades y nuestros pecados no nos detengan. Que la frialdad del entorno no apague nuestro ardor misionero. Sabemos en Quién hemos puesto nuestra confianza. Porque en Él, y sólo en Él, está nuestra esperanza. Que este Vía Crucis, vivido en comunión, sea un paso más en la renovación de nuestras vidas y de nuestra Iglesia diocesana. Que de este lugar santo salgamos más firmes en la fe, más alegres en la esperanza y más disponibles para la misión que el Señor nos confía.

Aste Santua dugu atarian. Bihar Erramu Egunarekin hasten gara egun santu hauekin. Egun bizi-biziak. Egun bereziak. Aprobetxatu dezagun gure anai-arrebekin fedea ospatzen, gure fedea bizi-bizirik sentitzeko, hemen izan den bezala. Indartu Kristoren promesa gure bihotzetan, eta ireki bihotzak Jauna eta gure Esperantzari. Que tengamos todos una muy feliz Semana Santa. Aste Santu on eta aberasgarria izan dezagun guztiak. Eskerrik asko, benetan, zuen presentziagatik gaur hemen. Benetan, guztion fedea eta Jesusi jarraitzeko indarra berriztatu dugu. Mila esker, anai-arreba maiteok. Gora Bihotzak! Aurrera! Jainkoa Lagun, munduaren azkenera arte! Arantzazuko Ama, erregutu ezazu gure alde.

  • Vía Crucis a Arantzazu 2025: “Itxaropenean erromes” Descargar 
  • Fotos: Flickr