Aniversario centenario de la ermita de Urbia
Hoy, 28 de septiembre, la ermita de Nuestra Señora de Urbia cumple un siglo bajo la mítica cima de Aizkorri. El pequeño templo se levantó con la firme voluntad de ofrecer un servicio a los pastores, la mayoría de ellos de profundas convicciones religiosas, que tenían que caminar durante horas para cumplir con el precepto dominical en Arantzazu. Detrás de su construcción hay un nombre propio: el del franciscano e historiador Aita Lizarralde (1884-1935).
Nuestra Señora de Urbia
En esta ermita celebró misa todos los domingos, durante veinticinco años, el franciscano, investigador y escritor, José Ignacio Lasa Esnaola (Matxinbenta, Azpeitia, 1903 – Arantzazu, Oñati, 1993). Sus feligreses habituales fueron los pastores de Urbia y los numerosas/os montañeras/os que recorrían la sierra de Aitzgorri.
La escultura de la virgen fue tallada por el escultor Julio Beobide, y el pintor Ignacio Zuloaga donó un cuadro de la Dolorosa que hoy se conserva en Arantzazu.
La ermita es un equeño templo rural de planta rectangular, con muros de mampostería de piedra caliza y cubierta de estructura de madera a dos aguas, con el caballete perpendicular a la fachada principal.
La sacristía se adosa al templo en el lado de la epístola. En el otro lateral hay un sencillo porche con estructura de madera.
La fachada principal es simétrica, presentando en su parte inferior un porche con cubierta a tres aguas, sobre el que se abren dos pares de ventanas gemelas. Una rústica espadaña (una estructura mural que se prolonga verticalmente, sobresaliendo del resto de la edificación) remata la cubierta.