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Inauguración del órgano de Bergara

Inauguración del órgano de Bergara

En la misa celebrada en Bergara, el pasado 8 de diciembre, domingo, Día de la Inmaculada Concepción, Mikel Aranguren, vicario general de la Diócesis de San Sebastián, manifestó lo siguiente en su homilía:

“Durante este tiempo de celebración del Adviento, la comunidad cristiana de Bergara ha querido vestir la celebración de este año con un colorido especial. Después de mucho tiempo, bendecimos la restauración de uno de los bienes más bellos y emblemáticos de Bergara y de la Diócesis de San Sebastián; el órgano de la parroquia de San Pedro”.

El órgano restaurado de la iglesia cuenta con una interesante historia. Hagamos una breve semblanza de él. El órgano de Eugène y Edouard Stoltz se inauguró en la iglesia San Pedro de Bergara, el 18 de marzo de 1889. En la actualidad, es el único órgano grande de la casa Stoltz que se encuentra más cercano a su estado original en todo el mundo. Un importante instrumento romántico del siglo XIX que no ha sufrido cambios y cuyas características sonoras son muy originales.

“Como curiosidad -señala Mikel Aranguren- el órgano cuenta con una peculiaridad; dentro de este tipo de instrumentos, está afinado medio tono más bajo de lo habitual”. Dispone de tres teclados manuales de 56 notas y uno de 30, con un total de 36 juegos.

Como bien dice el vicario general, “una auténtica joya que enriquece indudablemente el patrimonio histórico-artístico de la diócesis y también nuestro querido territorio histórico de Gipuzkoa”.

El órgano es el instrumento de la liturgia por excelencia en el occidente cristiano. El Concilio Vaticano II estableció que “téngase en gran estima, en la Iglesia latina, el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales”.

Mikel Aranguren remarca que el órgano y la música litúrgica tienen la finalidad de acercar nuestras vidas a Dios. “La belleza de su música es el camino que nos conduce a trascender toda experiencia temporal y finita. Una puerta que facilita el encuentro con Dios. Por ello, para los cristianos todo patrimonio, toda música, toda belleza está orientada a dar gloria a Dios, poniéndolo también al servicio de la humanidad para que pueda experimentar la grandeza de una experiencia que trasciende más allá de las experiencias cotidianas”.

En opinión del vicario general, para entrar en esta experiencia trascendental, “es necesario cultivar una actitud de escucha verdadera; una actitud que cuesta encontrar hoy en día. Dejar que aquello que escucho impregne toda mi vida, cuestione mis falsas seguridades, alimente mis anhelos más profundos”. En este sentido, Mikel Aranguren señala que, si alguien tuvo una actitud de apertura a la escucha de la melodía de Dios, “fue María, la madre de Dios”.

El en Evangelio del Día de la Inmaculada Concepción, se nos recordó la actitud abierta y disponible de María a la hora de acoger la buena noticia del Ángel: “¡Alégrate María, llena de gracia, el Señor está contigo!”. María tuvo tres actitudes fundamentales que le permitieron escuchar en verdad aquella melodía que procedía de Dios: la sencillez, la confianza y la disponibilidad.

  1. Sencillez. María se sentía pequeña, humilde. Tenía un corazón sencillo, una vida humilde que le permitía acoger la Palabra y la promesa de Dios.
  2. Confianza en Dios. A pesar de las contrariedades y sufrimientos de la vida, nunca dejó de confiar en el Señor. Confió hasta el final, hasta el calvario.
  3. Disponibilidad. “Hágase en mí según tu palabra”. Los miedos, las dudas, los prejuicios… nunca fueron obstáculo para dar una respuesta generosa a aquello que Dios la llamó.

La capacidad de escuchar y discernir es una interesante y agradable melodía. Como dijo Beethoven en cierta ocasión, “la arquitectura es una música de piedras, y la música, una arquitectura de sonidos”.