Las religiosas y religiosos de Euskadi celebraron los días 25 y 26 de noviembre. la 25 Asamblea de CONFER Euskadi en el centro de Espiritualidad de Loiola (Azpeitia). Un tiempo para encontrarse, para caminar, y sin duda, para intercambiar diferentes experiencias. El denominador común de CONFER (Conferencia Española de Religiosas/os) es el encuentro con Dios, especialmente en este año marcado por el Jubileo de la Esperanza.

Las religiosas y religiosos, la mañana del día 25, la dedicaron a los asuntos relacionados con la CONFER Euskadi y las tres CONFER Diocesanas (Vitoria, Bilbao y San Sebastián). Por la tarde, contaron una jornada formativa de la mano de José Carlos Bermejo. Bajo el título “Acompañamiento y relación de ayuda”, el religioso Camilo, recalcó la necesidad de la escucha. “Es un tiempo para incidir en el acompañamiento de la escucha. Para escuchar el documento final del Sínodo. Para escuchar que la escucha no es cualquier cosa. Necesitamos escucharnos para ser acompañados, para salir y liberarnos. Escuchar y acompañar, es una forma de humanizar. La escucha es medicina, debido a que cumple diferentes funciones y es la que verdaderamente llega al corazón. El acompañamiento no tiene precio. Hay que responder al poder de la palabra y escuchar al Espíritu”.

Al día siguiente, el día 26, las religiosa y religiosos tuvimos un encuentro con los tres obispos de las diócesis vascas; don Joseba Segura, obispo de Bilbao, don Juan Carlos Elizalde, obispo de Vitoria, y don Fernando Prado, obispo de San Sebastián.

La jornada comenzó a las 9:15 con una breve oración. A continuación, el obispo de San Sebastián ofreció una ponencia introductoria para abrir el diálogo. Mons. Fernando Prado situó el momento actual dentro de la etapa de implementación del Sínodo en las Iglesias locales, destacando la necesidad de fortalecer la participación real de la vida consagrada en este camino compartido.

El obispo de San Sebastián, Mons. Fernando, comentó el proceso de implantación del Sínodo y la participación de la vida consagrada en el camino sinodal. Señaló que la raíz de las vocaciones está en las iglesias locales, por lo que, en este momento, la vida consagrada podría ser un laboratorio de comunión para el resto, pasando de la colaboración a la corresponsabilidad.

En su intervención agradeció y recordó que los religiosas y religiosos en las diócesis “son de casa”, con plena pertenencia y responsabilidad en la misión de la Iglesia local.

El obispo subrayó que el proceso sinodal invita a la vida consagrada a tomar mayor consciencia de la pertenencia a la iglesia local y a dar mayores pasos pasando de una objetiva y generosa colaboración, a una mayor implicación y sinodal corresponsabilidad. El obispo subrayó que el proceso sinodal invita a la vida consagrada a tomar mayor consciencia de la pertenencia a la iglesia local y a dar mayores pasos pasando de una objetiva y generosa colaboración, a una mayor implicación y sinodal corresponsabilidad. “Hay que crecer en el cariño mutuo y pasar de una misión compartida, a una visión, con “v”, compartida. Porque si no hacemos bien esa visión compartida, tendremos una misión, con “m”, ciega”.

El diálogo posterior fue amplio y enriquecedor, con propuestas e inquietudes que permitirán seguir concretando líneas de participación conjunta en este tiempo de escucha, discernimiento y misión compartida.

El encuentro concluyó con la celebración de la Eucaristía en la Capilla de la Conversión, lugar emblemático de la espiritualidad ignaciana, donde San Ignacio vivió una etapa decisiva de su experiencia de fe.

La tónica general del encuentro fue de comunión, esperanza y deseo de avanzar juntos como Iglesia sinodal al servicio del Evangelio.