Misa Crismal
Hoy, Miércoles Santo, a las 11 de la mañana, la Diócesis de San Sebastián ha celebrado la Misa Crismal, presidida por el obispo D. Fernando en la catedral del Buen Pastor. El crisma es la mezcla de aceite y bálsamo que se utiliza en la unción en algunos sacramentos. Durante la celebración, laicas/os y seminaristas han transportado al altar las ánforas para mostrárselas al Obispo. D. Fernando ha bendecido las ánforas que contenían los Santos Oleos y ha consagrado el Santo Crisma.
En la Misa Crismal se han expuesto diversos óleos. El óleo de las personas enfermas, el cual dará alivio y consuelo a las que sufren enfermedad; el óleo de los catecúmenos, que lo recibirán quienes vayan a recibir el sacramento del Bautismo como signo de protección; y el óleo para el Santo Crisma, que se utilizará para la Confirmación, la Ordenación Sacerdotal y en la consagración de Iglesias y Altares.
Se han presentado también los perfumes que serán agregados al Santo Crisma y que tienen la Misión de mostrar el Dulce Aroma en los hermanos y de los templos que serán consagrados por la Unción del Sagrado Crisma. Los presbíteros de nuestra Diócesis, por su parte, han renovado las promesas que hicieron en el día de su ordenación como signo de fidelidad a Cristo, sacerdote, profeta y Buen Pastor.
D. Fernando ha recordado en su homilía que “celebramos hoy esta Eucaristía especial en la que se expresa de forma singular la unión del presbiterio con su Obispo y la unión del Obispo con su presbiterio. Es una fiesta en la que celebramos los vínculos sacramentales que nos unen”.
También ha realizado un pequeño balance de su trayectoria como pastor de la Diócesis de San Sebastián:
“Es un día especial en el que, como Obispo, no puedo menos que agradecer a Dios el regalo que me ha dado al darme a cada uno de vosotros como colaboradores más estrechos en este ministerio que todos llevamos en vasijas de barro. Sobre todo, yo. Disculpadme tantas torpezas. Voy aprendiendo a ser Obispo, bien despacio, casi siempre por escarmiento. No sé si acierto a ser un buen Padre, un hermano y un amigo, tal y como me indica el propio magisterio eclesial. A veces no sé percibir si os ayudo lo suficiente o como debiera.
Me gustaría acertar, sin duda, sobre todo con algunos que atraviesan dificultades objetivas y con los que debo ser, si cabe, más cercano. Pero lo que sí percibo claramente es que vosotros sí me ayudáis y me sostenéis en mi ministerio. ¡Cuánto agradezco vuestra cercanía, vuestra preocupación, vuestro cariño, vuestro contraste, vuestra palabra sincera, incluso vuestras correcciones fraternas cuando es el caso! Me siento como moralmente obligado a expresaros el profundo agradecimiento que siento hacia vosotros y lo hago de corazón. El obispo de San Sebastián se siente orgulloso de sus sacerdotes. Y no solo por ese cariño hacia mí que cada vez siento más profundo y sincero, sino, sobre todo, y esto es lo verdaderamente importante, por vuestro testimonio de servicio y de amor a nuestras gentes de Gipuzkoa”.
En la parte final de su homilía, D. Fernando ha incidido en el perfil de los sacerdotes de la Diócesis. Ha recordado que no son perfectos, pero son buenos:
“Quieren a la gente y la gente los quiere. De ellos hemos recibido y recibimos tanto…”. Y, ha añadido, que “queremos seguir haciendo y siendo lo de siempre: apóstoles que quieren llevar la unción del Espíritu a nuestros hermanos, para fortalecerlos en la fe y en la Esperanza. Es nuestro desafío permanente. Llevar la unción del Espíritu, sobre todo a través del testimonio de una vida de servicio verdaderamente llena de Dios y referida a Él. Ser hombres de Dios, ricos en humanidad, que es lo que, en definitiva, corrobora y certifica que de verdad somos hombres de Dios. Humanidad y ternura nos hablan con transparencia de Dios”.
También puedes descargar la homilía en PDF.