La catedral del Buen Pastor de San Sebastián ha acogido la Vigilia Pascual, que ha empezado a oscuras, con la bendición del fuego, que, al encenderse, simboliza el paso de las tinieblas a la luz con el Cirio Pascual como protagonista.

Si bien el Cirio Pascual es un símbolo que acompaña durante todo el año, esta noche ha representado “que pasamos de las tinieblas a la luz. (…) El Cirio representa la “Luz de Cristo”, en palabras del obispo D. Fernando, que en la homilía ha recordado que siempre hay esperanza:

“En nosotros tantas veces anida una tendencia como a clausurar la historia y, sin querer, caer en la tristeza, en el fracaso, en el preferir la piedra. A veces los fracasos se nos acumulan y pensamos que no hay remedio, vamos como acostumbrándonos y se nos embota la memoria y se difumina en nosotros la promesa. No vemos en la vida más que la piedra, la losa. Nos olvidamos de que nuestra historia con Dios es una historia de salvación, de que Dios nos ha prometido que estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Cuando nos sucede esto, algo no está sano en nosotros. Somos creyentes. Somos gente de Pascua, no de sepulcros. Necesitamos volver a escuchar la buena noticia: ha resucitado. Necesitamos de ese encuentro que mueva las piedras y nos abra a la esperanza. Hoy celebramos que la luz vuelve a triunfar en esas noches nuestras, noches de miedo, de tentación y de prueba, noches en que no acertamos a vivir la esperanza”.

Durante la celebración, 13 adultos han recibido simultáneamente el bautizo, la primera comunión y la confirmación en una muestra inequívoca de su compromiso con la fe y su unión con la comunidad cristiana.

D. Fernando ha insistido en que, gracias a la luz de Cristo, podemos ver las cosas de manera diferente. Así como Dios creó el mundo desde la nada, también nos acompaña en nuestra historia de salvación: “Toda la liturgia de hoy nos habla de ese paso de la noche al día. De la desesperanza, a la esperanza de algo nuevo”.

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